Fue un defensor sin
fisuras de la escuela pública, sin distinción de clases, credos, sexos, origen
social o recursos económicos, una formación general que les permita
desenvolverse como personas.
Creía necesario formar a
la juventud en un tipo de religiosidad por encima de los credos y confesiones
positivas.
"Para tratar con
niños, es menester hacerse niño; para enseñar a adultos ignorantes, hay que
hacerse (pero no serlo) ignorante".
Le daba mucha importancia
a las excursiones escolares y a los juegos al aire libre.
La educación
universitaria defiende la libertad del profesor para difundir sus ideas sin
otros límites que los establecidos por la propia verdad científica y las leyes
comunes. Ningún científico merecía la pena si su comportamiento no era un
ejemplo de vida valioso a los demás
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